can be just a Story
Ni el calor del desierto ni el cansancio de caminar por mas de tres días podría borrar de su cabeza, los sueños y las ilusiones, que lo traían a estas tierras, tierras lejanas, tierras que le ayudarían a cumplir no solo sus sueños sino los de su familia, la cual se había quedado en casa.
Mientras caminaba no podía borrar de su mente la imagen de sus hijos en la puerta de la casa diciéndole adiós con sus manos, también recuerda las palabras que le dijo a Rubén el mayor de sus hijos, “ahora tu eres el hombre de la casa, cuida a tus hermanos y ayúdale a tu mama” también recuerda el rostro de el cuando escucho estas palabras, ese rostro que no se borraría de su mente por el resto de su vida.
El sol calentaba, la arena del desierto, ya era de día y como el coyote les dijo, descansarían de día y caminarían de noche así, que escondido en los matorrales pensaba en lo que iba a hacer apenas llegara a su nuevo hogar, sabia que algo bueno iba pasar, por que Francisco su hermano se había ido unos años atrás y el ya estaba organizado, el sabia que su hermano lo iba a ayudar, pero que tan difícil seria para el adaptarse?, es un mundo nuevo un mundo donde el idioma es diferente, y los gabachos* son desalmados. O por lo menos eso le había dicho Francisco en una de sus llamadas.
Mientras que pensaba sus ojos cansados se cerraron por un instante, un instante que pareció una eternidad, había pasado por lo menos cuatro horas desde que habían salido de la ciudad, el ya había almorzado pero estaba sediento, el coyote le había dado una cantimplora, la cual era solo para el y el tenia que hacerla durar por que no sabia cuanto tiempo mas tendrían que estar en el desierto, su boca se resecaba cada vez mas y mas, pero sabia que no podía tomarse toda el agua por que luego seria peor.
Junto a el habían varias personas, hispanos también, ellos también tenían las mismas expectativas que el, y aunque todos habían escuchado en las noticias lo que había pasado semanas atrás a esas personas que murieron atrapadas en un camión tratando de pasar la frontera, esas personas que fueron dejadas por los coyotes, sin agua y sin comida en un sitio donde la temperatura pasaba los 100 grados, 19 murieron entre ellos algunos niños, si todos lo recordaban por que lo habían visto en las noticias, en la prensa, y en el sermón del domingo el padre Andrés había hablado de lo sucedido.
Recuerda que una de las victimas había sido el hijo de Tiberio, su vecino un muchacho de 21 años que había decidido cruzar la frontera para empezar un futuro mejor, el fue uno de los 19 que murieron, 19 sueños desvanecidos por los inescrupulosos coyotes, pero no solo esos 19 sueños sino también los de sus familias que vieron como una oportunidad segaba la vida de sus seres queridos.
Los recuerdos venían a su mente como una película, imágenes de desolación, de tristeza y de muerte, esos recuerdos que rondaban su cabeza, por que sabia que el podía correr la misma suerte, la suerte de de no concluir este viaje sin regreso.
Cuando empezó a caer la noche, el coyote los reunió y les dio la especificaciones de lo que iban a hacer, caminarían el resto de la noche, caminarían en grupos de a 5 y tratarían de caminar de la forma mas sigilosa posible.
A el le toco con cuatro personas mas, una pareja con su bebe y un joven de 16 años, que no veía la hora de llagar al otro lado a empezar su futuro. Mientras que esperaban a que cayera la noche completamente, el empezó a conversar con el muchacho y el le comentaba que tenia unos parientes que vivían al otro lado de la frontera y que ganaban “un chingo de lana” y que eso era lo que el quería, poder trabajar fuerte y ganarse un dinero para poder primero, pagar la deuda que tenia con el coyote y luego poder enviar algo para su familia.
Eso era lo que querían los demás poder trabajar para ahorrar algún dinero para ayudar a sus familias, mientras que conversaban el coyote se acerco a ellos y les dijo que ya era hora de salir, el coyote era un hombre callado de unos cuarenta años aproximadamente de tez morena, por la exposición al sol, sus ojos eran oscuros, fríos, y durante todo el camino no se le escuchaba hablar con nadie, solo por un celular en el que le informaban los movimientos que se debían hacer.
En el grupo en el que había aproximadamente unas 30 personas entre ellos unos 6 niños, algunos de brazos, ellos estaban con sus padres quienes los ayudaban a cargar en las caminatas ya que todos tenían que llevar un paso constante, y no se podían atrasar.
Eran más o menos las 2 de la mañana, la noche estaba fría, o por lo menos no calentaba como calentaba en la mañana sus pies no respondían, se movían por inercia, su boca seguía reseca, tomo su cantimplora y sintió que estaba llena a menos de la mitad, así que decidió tomar un trago grande, sintió como su boca se refrescaba y era como si le volviera el alma al cuerpo.
To be continued....